lunes, 25 de mayo de 2009

John dignificándose.


-Siento lo ocurrido, en realidad yooo……
- John, lo pasado pasado está, de hecho ya ni lo recuerdo.

Se sentaron a cenar en una mesa tan reducida que bien podría servir de atrezzo en la casa de los siete enanitos. Sándwich de roastbeef para ambos, apenas había tiempo para el hambre. Hablaron de la imposibilidad de contactar con el número del móvil del señor Parker, la extrañeza que ambos compaginaban al enterarse que nunca se había alojado en el hotel ningún Labaron Parker y la completa incertidumbre de averiguar que en Ouchita nunca se ha celebrado ningún simposio ni foro ni nada por el estilo y menos aún odontológico, la capital de Little Rock absorbía ese tipo de actos en todo el estado.

- No lo entiendo, Dorothy, quince años casada con un hombre que cada año acudía a un lugar inventado para asistir a un evento imaginado. Quince viajes no hechos o hechos a otro sitio para, evidentemente, asistir a otra misión que no tiene nada que ver con su profesión. No entiendo como usted, una mujer tan intuitiva…..
- LE EXIJO QUE NO ME JUZGUE, JOHN. No se crea con autoridad moral sobre mí, no la tiene. Le pago para encontrar a mi marido, para saber de él, las causas de este misterio tan horroroso que está partiendo mi vida en dos. Se nota que no ha estado nunca casado. Convivir con alguien no significa, en absoluto, conocerlo todo acerca de ese alguien y si tengo que enseñarle cosas tan obvias a estas alturas creo que vamos a perder mucho tiempo. No dispongo ni de ese tiempo ni de esa paciencia.
- Discúlpeme, no pretendo juzgarla. Solo intento averiguar motivos que den luz a este caso, todo mi interés es resolverlo. Si se siente invadida lo siento, de hecho en cierto modo necesito invadir su vida para llegar a conclusiones. Posibles amantes, negocios turbios, enemistades……sí, Dorothy, estoy en la obligación de invadirla. Intentaremos ir con más tino y delicadeza, pero requiero toda su entrega y para ello debe intentar morder su rabia sin parapetarse en ella.

Por primera vez, desde que se conocieron, John cosechaba una victoria que le sabía a magia. Como persona no podía, ni por asomo, competir con Dorothy, pero sí como profesional. Valuarte de toda su fuerza donde se sentía de plomo en un orear de briznas. Sintió que Dorothy reconstruía la imagen que de él tenía, le ensanchaba en su mente al tiempo que ceñía su mirada para concentrarse en aquellos ojos de agua que tanta sed le empezaban a dar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario