Mi mano, azarosa, frota mi cuerpo de esponja.
Brújula de un mapa sin norte, circula a sus anchas, entre ríos y charcas.
Las yemas se pierden, en pliegues de piel erizada de rabia. Mi impulso, robusto, cabalga entre estepas de nácar….y ¡tenue!, salpica de besos tu espalda.
Mi mano se entrega y no tiene quien la detenga, se erige en ser reina de un mundo sumiso a su estampa. Los mares son tierras, que forman mis parcas fronteras; las tierras zumo de la fruta de dicha contienda.
La mano ya es mía, el cuerpo levita en una estancia prohibida….ya harto de vida..