martes, 26 de mayo de 2009

Culpa y Chester.


Dorothy se acostó, con la mente en estado de insomnio y el cuerpo dormido. A su cama acudieron tormentas de dudas que la distanciaron de un plácido descanso y, sobre todas, una que ronroneaba sus remordimientos, convirtiéndose en diosa de ellos e instaurando un nuevo reino, LA CULPA. Por casarse con un hombre al que no amaba, por dejarse ir y dejarlo marchar, por negarse al deseo y tener que buscarlo en atajos, cuyos vértigos, no merecieron nunca la pena. Culpa por sentirse hueca ante tanta nada, por desconocer completamente a su, hasta entonces, marido; culpa, incluso, por tener la sensación de estar conociéndose a sí misma ahora……en estos momentos en los que todo parece fragmentarse a su paso, siendo ella misma el ojo central del ciclón que la envuelve.

John salió a la calle para fumarse el último cigarrillo del día, cada calada que daba le llegaba hasta la suela de los zapatos. Ganas y orgullo en cada trago de humo que inhalaba, saturándole de nicotina hasta el alma. La farola, que le servía de apoyo, chocaba su luz contra un Chester sin boquilla sostenido por una sonrisa.

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