martes, 28 de abril de 2009

Más de John Harray.


Se despertó con burbujas de aire en la cabeza, era una sensación tan familiar que ya no le sabía a resaca, más bien todo lo contrario, los pocos momentos de su vida en los que la sangre no teñía el alcohol de sus venas eran sus estados ebrios. John había aprendido a vivir al revés, un encefalograma plano dibujaba el estado de sus emociones. Recordó haber aceptado el caso de la señora Parker al ver un gurruño de billetes ocultos en su puño. Dos mil dólares sudados por el contacto, dos mil dólares arrugados y hundidos en la palma de su mano, la dirección del hotel donde se hospedaba el marido de Dorothy y el número de su teléfono móvil. John sabía que eso no era suficiente para empezar, necesitaba más datos, una pequeña biografía del sujeto a buscar….nombre de sus amistades y enemistades, sospechas de infidelidad, negocios turbios, en fin…..lo normal en estos casos tan anormales para la mayoría y tan cotidianos en su vida. Parecía el típico asunto de un hombre que huye por la razón que sea y la necesidad de conocer esa misma razón por parte de su mujer. En realidad todos los casos son el mismo, siempre buscando razones.

Apenas eran la seis de la madrugada, John asaltó la nevera con tragos de zumo. Se hizo café mientras pensaba en lo lejos que está de Arkansas, la idea de recorrer miles de kilómetros le gustaba tanto como detestaba volar, lo cual convertía la distancia en mayor. Al ver parpadear la luz roja de su contestador le hizo recordar el motivo de su repentino despertar…….había un mensaje de Dorothy Parker que decía: “Señor Harray, lo he pensado mejor y quiero ir con usted a Arkansas, no creo que pueda permanecer aquí impasible sin sufrir una crisis. Me pondré en contacto con usted avanzada la mañana para concretar la partida, siento la hora tan intempestiva de la llamada, pero creí conveniente avisarlo antes de que fuera demasiado tarde, un saludo.”

John no creía que el tiempo volase, al menos no en los aviones donde todo queda suspendido en un oasis de dimensiones. Todo parece quedar en pausa y esa idea de ingravidez le corroe por dentro, por eso detesta volar…..por no ir con el tiempo. A su lado mirando por la ventanilla, la señora Parker, utilizaba sus manos como alas sobre el paisaje, parecía ella la que sustentaba el avión. Un vaso, de plástico transparente, cargado de bourbon sujetaba a John del pavor. Echaba tragos cortitos, saboreando el fuego líquido de su textura a través de la garganta. El cielo empezaba a pertenecer a Arkansas.

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