jueves, 16 de abril de 2009

LA MUJER DEL ESPEJO


la entrada a ese cuarto era un espejo donde la gente se miraba sin ver el zulo detrás de su reflejo. Allí estaba ella, amordazada de manos y pies, en postura fetal, humillada en su encierro solitario.
El cutre catre que sostenía su cuerpecillo era de color marrón tirando a un tono beige pero un poco más claro. Ella observaba las nucas de las personas reflejadas, cuando al mirarse así mismas se marchaban ensimismadas. Quería gritar pero su boca era un esparadrapo, de todas formas no le hubiera valido de nada, los oidos no saben mirarse en un espejo y menos aún oyen el silencio.
La desesperación de la rehén la corroía en una desagradable sensación, al comprobar que su cara para sus ojos; era un poema de cristales rotos. Las nucas de los mirones desertaron de los reflejos, aburridos de sí mismos se fueron arrastrando el tiempo del olvido...
Yo la ví allí adentro, cogí una piedra y la estrellé contra el espejo para liberarla. Cual fue mi sorpresa, la mujer murió a trocitos; era el alma del espejo.
Deambulé repleto de nada , como hueco en mi foro más íntimo, salvo aquel estallido a cristal que barnizaba mi pecho. Un ruido a silencio perpetuo, una huida frágil deslizada en minículos fragmentos que ahora arrojan de lágrimas mis ojos...
Me topé con su espíritu de bruces!!!,en mitad de mi cara, millones de destellos que anunciaban la partición y con voz de azúcar, sonriendo palabras, me dijo : " agradezco a la piedra que tomara tu mano y ésta la voluntad de tu mente. Me sirve tu gesto y me libera de esta prisión de reflejo ".

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