martes, 14 de abril de 2009

ESOS HIJOS


Fueron aquellas sardinas a la plancha las que deleitaron estómagos a la orilla del Cantábrico,
rociadas con limones de Novales, desprendiendo su peculiar aroma desde las espinas hasta
raspar nuestros olfatos, en una penetración perfecta de jugos gástricos y hambruna colectiva...
Fuimos cordones umbilicales en la cadena alimentaria, vida que dá vida desde los mares.
Metamorfosis plateadas en las escamas de las sardinas, ojos móviles que centellean en destellos,
en los azules mares. Un movimiento continuo fosforea en las retinas hasta el nacer de la sin razón
en el parir de una imagen sin preconcebir.
Desde el acto que libera hasta la expulsión de lo contenido hay una vibración emergente, donde el esperma devora microdistancias infinitas. En ésa carrera de la muerte donde el único se hace ser en la especie, en la raza; en ésa tribu expectante de vidas para un futuro que perdure sobre lo pasado.

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