viernes, 11 de septiembre de 2009

YO CON EL MINI YO


En el oteo de esta imagen, mi ego superlativo y espectacular, mi yo expedicionario de altas cumbres, posa con delicadeza extrema sus manos seguras, sobre el enano llorón que arrastra por los mundos, irremediablemente.
Que el hombretón ahora quiere un ocho mil para respirar pureza en su cumbre, a expensas de miradas y peligros... ahora el mini yo, se acojona con solo mirar por el balcón, la existencia de vida transitando por las calles.
El diminuto enano mini yo, es un lastre, un peso muerto, el ancla que frena el ansia desbocada del gigantón. El super ego ve prudencia en las lágrimas del jodido enano que a la postre siempre tiene vértigos... Hay un delicada protección que roza la armonía, careciendo la imagen de un equilibrio deseado.

3 comentarios:

  1. Oda a la contradicción, donde la foto se puede leer y el escrito es pura imagen. Dicotomía prestada del grande y el chico. El grandote enternece con su protección y el pequeño dignifica su estatura con cierto aire elevado…..crear es crecer contigo!!!

    ResponderEliminar
  2. Es un escrito Freudiano, en el que el superyo cobija al yo. Muy mío.

    ResponderEliminar
  3. Un guardian tan pequeño como la sombra de una espina, no da para fiarse ni de su amor ni de su odio. Pero hay que dejarlo hablar en la noche, colarse entre las sábanas y perderse en nuestros laberintos. Dejar que nos lo diga todo. Y no abrirle la puerta ni indicarle la salida. Dejarlo estar por despiadado e infame que sea para nuestro martirio. O aunque uno se sienta encendido con sus alabanzas. Nuestra amistad con el guardian es una línea recta. Eterna. Acaso, ¿no ves hacia dónde va su mirada? Acaso, ¿no ves hacia dónde va la tuya?

    ResponderEliminar