jueves, 23 de julio de 2009

LA CASA LAVA DE CESAR MANRIQUE


En casa de Manrique
me hice el haraquiri
para que mis vísceras
contemplaran tanta belleza
Salpiqué de sangre
para colorear de algarabía
los rincones volcánicos
de las estancias
negra piedra
blanca agua
en una burbuja...

Dedicado a Carlos Martner

1 comentario:

  1. Las posibilidades de Juanita de ir a Lanzarote eran nulas.
    Por lo tanto, dando rienda suelta a su curiosidad, ingresó en un paseo virtual a esa casa mágica por la que El Otro había practicado haraquiri.
    Hacerse el haraquiri no es moco de pavo, pensó.
    Al finalizar el recorrido, comprobó que la creatividad de ese canario lo justificaba. Había que abrirse para permitir que toda esa fuerza también se impregnase en uno.
    El Otro, salpicado de sangre, se había contagiado del espíritu de su dueño.

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