A Eduardo.

Me gusta ser como soy, pero no puedo. Persigo mi existencia de noche y de día, intimido a mi persona cuando intento ser yo mismo. Por eso me voy por la tangente, para respirar hondo y visitarme cuando esté ausente. Observo mi ventana, empañada por el frío que hace en mis fronteras, trato de aclarar el cristal para ver lo que refleja, pero me enredo en garabatos con el vaho de mi aliento….en lugar de esclarecer la escena, la embadurno con cien nuevas.

Mi carácter boomerang, de ida y vuelta, no regresa al punto de partida, se enreda en sugerencias cálidas y frías, realiza columbetas en mi propia trayectoria que nace recia y recta, haciendo caso omiso de metas y estrategias.

Me gusta ser como soy, pero no debo. Para alejarme de atajos que me lleven raudo a un destino ya sabido….por cercano y conocido. Prefiero carreteras secundarias, asfaltadas con firme de pausa y de cautela, donde el intento conlleve a nutrirme de la sagrada eucaristía de mis noches y mis días. Levantarme más pequeño que cuando cierre el ceño, que el transcurso de mi vida sea siempre un beber de tu fuente enriquecida.

Me gusta ser como soy, pero no quiero. Me seducen los colores que no lleva mi arcoíris…..por distantes…..¡¡sus olores!!….sus matices ancestrales. Que me turbia un ser cansino, monocromo en sus costumbres, que siempre orienta su veleta hacia un viento inmutable, sin ser reo de huracanes que sacudan tu silueta.