- ¿ Cuando marcharás ?.
- Cuando tú decidas alejarte.
- O sea no te vas.
- Transitoriamente sí. ¿ Me esperarás en el retorno ?.
- Puede ser que no.
- Se me hace tarde.
- Vas a perder el vuelo.
- Riega los geranios en mi ausencia.
- Tiré la regadora azul.
- A mi regreso hablamos.
- Solo la casa te abrirá la puerta.
- ¿ y tú donde irás ?.
- Lejos... muy lejos.
- ¿ Lejos es un sitio inalcanzable para mí ?.
- Es el lugar del nunca jamás.
- Comprendo, no voy a mostrarte mi dolor.
- Vete, vas a perder el avión.
- No quiero irme, me quedo.
- Dame tu billete.
- ¿ Por qué ?.
- Me marcho yo.
- LLévate todas tus cosas.
- Así lo haré.
- Ya casi te he olvidado.
- Solo los peces se olvidan de mi.
Mágico diálogo entre un ser y su reflejo. Todo aquel que se va se queda tanto como el que se queda yendo….
ResponderEliminarEscribes mientras te miras y te miras mientras escribes. ¡Hay que poder hacer este exorcismo verbal! ¡Eres rutilante Lawrence!
ResponderEliminarMe gusta este escrito, porque a mi entender abarca el tema de los desencuentros sin dar forma ni sexo a los personajes, muestra el sentir universal sin armazón. Mágico diálogo de dos piedras, dos amigos, una pareja, etc...
ResponderEliminar