
Inevitablemente después de tanto peñazo, no ha habido mas remedio de sacar al mini yo a dar un paseo. Se me estaba poniendo mustio, todo el día en batín, de la cama al televisor, esperando mi llegar a casa, para recriminarme que le tengo olvidado, que no cuento con él, que como siga así mi actitud, hará una barbaridad de consecuencias nefastas. Me ha amenazado con ahorcarse con mi corbata especial, esa que utilizo en los casamientos...
Irremediablemente mi yo superlativo se ha puesto las pilas altruistas y en un gesto casi divino de bondad desbordante, de volandas ha tomado al enano llorón de los cuernos, le ha acicalado con esmero hasta subirle el ánimo perdido.
Se puede apreciar en la imagen como el grandullón con paciencia infinita lleva de la mano a su mini yo hacia el burger King, para que se atiborre de basura por dentro, combustible que a priori
alimentará un brillo especial en sus ojos dentro de su pequeño paraíso culinario, hasta llegar sin ninguna duda a un éxtasis teresiano...
Necesito subir a un ocho mil para sentirme pequeño, pero no tanto como el enano cabrón que llora piedras.
Irremediablemente mi yo superlativo se ha puesto las pilas altruistas y en un gesto casi divino de bondad desbordante, de volandas ha tomado al enano llorón de los cuernos, le ha acicalado con esmero hasta subirle el ánimo perdido.
Se puede apreciar en la imagen como el grandullón con paciencia infinita lleva de la mano a su mini yo hacia el burger King, para que se atiborre de basura por dentro, combustible que a priori
alimentará un brillo especial en sus ojos dentro de su pequeño paraíso culinario, hasta llegar sin ninguna duda a un éxtasis teresiano...
Necesito subir a un ocho mil para sentirme pequeño, pero no tanto como el enano cabrón que llora piedras.