miércoles, 21 de abril de 2010

ESTABA CONFUNDIDO

En los límites las palabras resbalan al vacío. Es un vértigo que paraliza
previo al desplome.
En la caída libre me aturde ver pasar los escalones que uno a uno me
llevaron a un centímetro de tierra con vistas al sol.
Cuando se carece de valor para la auto crítica, no hay fundamentos que
dignifiquen ficticios posicionamientos.
Se abrazar, mas no puedo. No tengo brazos.
No se quien soy, enseñadme a perdonar los que seáis verdaderos. Abstenerse
los monosabios y el clero en general.

5 comentarios:

  1. Me siento en permanente caída libre, Poeta...
    Y creo saber qué es sentir ese vértigo que antecede al desplome.

    Pero, contradictoriamente, me aferro a las palabras para evitar la caída.

    Te mando un abrazo, aunque a través de este precario medio virtual, carezco de brazos...

    Beso enorme.

    SIL

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  2. Escribir es una terapia maravillosa, las palabras escritas te reconstruyen, te ordenan, te mantienen al borde del abismo pero sin permitir que te deslices hacia su fondo interminable.
    Enseñarte a perdonar? Es una de las cosas más difíciles. Buscando el lado egoista, creo que el perdón es liberador y hace más bien a la persona que perdona que al perdonado. Cicatriza heridas y nos permite afrontar la vida con la mirada más limpia, dispuesta a abrazar (en ausencia de brazos).

    Un abrazo.

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  3. ¡sobre todo el clero!... que cierto es que en los límites, y fuera de ellos... la palabra enmudece. Quizás porque es en la profundidad del silencio donde podemos reunirnos con el perdón, que en suma es amor a uno mismo pues sana el rencor, el daño y sus secuelas.
    Los brazos volverán a crecer y tus abrazos serán otros, nuevos.
    Un abrazote!

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  4. ¿Brazos ... Para qué? Todo tú eres un abrazo inagotable.

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  5. ¿Brazos ... Para qué? Todo tu eres un abrazo inagotable.

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